¡Hola Soñadores!
Les traigo una serie-reseña que debería haber publicado el año pasado, pero se me acumularon otras cosas y termine por dejarlo pasar. Así que hoy toca sin excusas.

En la cuarta temporada aparecen nuevas criaturas: los ángeles, siendo Castiel el principal representante de dicha raza. En toda la temporada es un lucha constante entre los ángeles y los demonios, y ambos son tan poderosos que en momentos Sam y Dean quedaban en medio del fuego cruzado, siendo revoleados de un lado a otro.
A pesar de que la trama se enreda más y más, volviéndose más oscura (y creo que eso apenas empieza) todavía hay algunos capítulos donde los hermanos no reciben interferencias de ningún lado. Me gustó bastante esta temporada, a pesar de que Sam en momentos me daba mucha rabia por lo relacionado con Ruby.

Después del sufrido final de esta temporada y de ver algunos capítulos de la sexta, con mi hermana coincidimos que ese podría haber sido un final genial para la serie. Agridulce pero justo, tanto del lado de Dean como el de Sam, porque como sabrán de mi fangirleo por Dean me gustó verlo con ese desenlace. Fue adorable *-*